LA FORTALEZA DE BELLEGARDE

Localización: Le Perthus                                                                    
Cronología: Siglo XVII
Tipología: Fortificación abaluartada
Proyecto: Mariscal de Vauban
Estado: Buen estado de conservación.
Propiedad: Municipal
Modalidad gestión: Visita turística y actos culturales
Medios de contacto: www.le-perthus.com / T. (+33) 468542753

ANTECEDENTES

La actual Bellegarde, como muchas otras fortalezas fronterizas de la Edad Moderna, es fruto de los grandes trastornos político-militares que dieron paso a la creación de los estados europeos tal y como los conocemos hoy. Pero a diferencia de otras muchas de sus hermanas, ésta tiene la particularidad de estar situada prácticamente sobre la  línea divisoria misma.  

El Tratado de los Pirineos, que daba fin a la Guerra de los Treinta Años, determina en 1660 el traslado de la frontera entre las monarquías española y francesa casi cien kilómetros hacia el sur -su actual situación. De esta manera, el que había sido antiguo castillo medieval de los condes del Rosellón se convitió en guardián de un importante paso fronterizo entre dos grandes Estados.  

Unas primeras obras de mejora y actualización fueron llevadas cabo en 1670 por Jacques de Borelly de Saint Hilaire, ingeniero de Luis XIV de Francia, pero hasta 1679 no se procederá a iniciar la construcción de la actual fortaleza, siguiendo un proyecto del mariscal Vauban. Ésta tendría que poder albergar una guarnición de 1.200 hombres con 150 caballos y estaría dotada de una potente artillería.

Los trabajos, encargados a contratistas del Rosellón, son supervisados por Sylvestre Dubruelh, gobernador de la ciudadela de Perpiñán. Ya en 1686, cuando Vauban vuelve en visita de inspección a la plaza afirma que será "... de las más bonitas, de las mejor situadas, bien construida y de las más importantes".

LA FORTALEZA DE BELLEGARDE

La fortaleza de Bellegarde ocupa una superficie de 140.000 m2, de los cuales 8.000m2 están edificados. Está compuesta por un camino cubierto con parapeto y un glacis que envuelve la fortaleza; un foso excavado en la roca y de una primera muralla formada por cinco baluartes: del Perthus, de San Andrés, de Panissars, de España y del Precipicio. Entre el baluarte del Perthus y el de San Andrés se encuentra el acceso principal, la gran Puerta de Francia dotada de un puente levadizo que, a gran altura, cruza un estanque artificial situado en el foso. Entre el baluarte de España y el del Precipicio se abre la puerta de España, también con puente levadizo. Delante de la puerta de Francia se extiende un revellín accesible por un tercer puente levadizo. Otros dos revellines defienden las cortinas situadas entre los baluartes de San Andrés y de España.

La segunda muralla se levanta sobre los terraplenes de los baluartes y sus cortinas. Desprovista de foso, está compuesta por cinco pequeños baluartes con las cortinas correspondientes, superpuestos a los de la primera muralla, uno de ellos es una torre circular o baluarte redondo, que por su originalidad constituye un elemento excepcional y característico de la fortaleza.  
Este segundo recinto determina de manera perimetral el espacio en que se alzan las distintas dependencias donde hacía su vida la guarnición, presididas por la capilla, al Norte, sobre la cual se encuentra el pabellón del Gobernador, y seguidos a uno y otro lado, por los cuarteles de la tropa y los pabellones de los oficiales.

Estos edificios delimitan el amplio espacio ocupado por el Patio de Armas. Todas estas construcciones poseen sótanos a prueba de bomba, que albergan la panadería, las caballerizas, los alojamientos de tropa en tiempo de guerra, etc.

Situada en la cima de una colina granítica, la fortaleza no se puede abastecer de ningún manantial. Para resolver este problema tan importante, se proyectaron cinco cisternas que recogieran las aguas pluviales. En 1683, Vauban hacía una estimación de su capacidad: cuando estén llenas, habrá agua para 1.200 hombres durante cuatro meses y medio, a razón de tres litros diarios para cada uno; considerando que no llueva ni una sola gota de agua. Sin embargo, dichas cisternas se consideraron insuficientes, ya que se emprendieron los trabajos de excavación de un pozo en el interior del baluarte de San Andrés. Este pozo es una obra colosal totalmente excavada en la roca, con una profundidad de 63m y con un diámetro de 5. La parte superior está revestida con mampostería. La altura media del agua varía entre los 27 y los 30 metros, lo que representa un volumen aproximado de unos 800.000 litros

EL FORTÍN Y LOS REDUCTOS

En 1674 el ejército español recupera Bellegarde. Una de las razones que forzaron la capitulación fue que los sitiadores consiguieron situar cuatro cañones a unos pocos cientos de metros al sur de la fortaleza, donde se levantaba una débil defensa con empalizada de madera. Esta artillería causó un gran desgaste a la plaza. Tan pronto como los franceses recuperan la fortaleza al año siguiente, deciden construir un fortín de mampostería sobre este emplazamiento estratégico. Se trata de una fortificación con trazado de hornabeque cerrado, compuesta por dos medios baluartes con su cortina por el lado sur -el que mira hacia España-. El frente norte se encuentra defendido por un diente de sierra y un reducto. Se excavó un foso al pie de la cortina oeste y también en parte del frente sur, siendo el resto inaccesible por la propia naturaleza del terreno. Un camino cubierto envuelve esta obra y la comunica con la fortaleza.

La entrada del hornabeque o fortín se hallaba protegida por un foso y un puente levadizo, hoy desaparecidos. Además de pabellones para un centenar de soldados, caballerizas y un polvorín situado en el frente norte, tiene una pequeña plaza de armas bajo la cual se encuentra la cisterna con un bonito pozo cubierto.

A fin de completar la defensa de la plaza y la vigilancia de las alturas cercanas, se construyeron alrededor de la fortaleza fuertes reductos a distintas alturas: reductos del Precipicio (1668), de Panissars (1678), y del Perthus (1693).

HISTORIAL BÉLICO

En 1674, durante la Guerra de Holanda, el ejército español al mando del conde de San Germán ocupó Bellegarde. La fortaleza fue recuperada al año siguiente por el mariscal de Schomberg y a partir de entonces cumplió su papel como guardián de la frontera, alojamiento de tropas y almacén de municiones, durante las campañas de Luis XIV en Cataluña: Guerra de los Nueve Años (1689 - 1697) y Guerra de Sucesión de España (1701 - 1715). Tras la muerte del monarca francés y una vez consolidad la monarquía borbónica en España, con su nieto Felipe V, se inició para Bellegarde un largo período de paz.  

La fortaleza conocería de nuevo la guerra, casi un siglo más tarde, durante la Revolución Francesa. En 1793, el general español Ricardos invadió el Rosellón y sitió Bellegarde. Privada de todo y bombardeada sin descanso durante dos meses, la guarnición se vio obligada a capitular.

Al año siguiente el general Dugommier, después de haber forzado al ejército español, en ese momento comandado por el Duque de la Unión, a replegarse hacia Cataluña, organiza el bloqueo de Bellegarde. Prohíbe cualquier bombardeo ya que quiere conservar para la República una fortaleza en buen estado. Cuatro meses y medio más tarde los españoles firman la capitulación.

A partir de entonces la plaza ya no conocerá más la guerra. Servirá de albergue de etapa a los soldados de Napoleón durante las campañas de Cataluña (1808 - 1813). El ejército francés mantendrá allí un regimiento hasta finalizada la primera guerra mundial; después, en 1939, Bellegarde será utilizada como hospital durante la retirada de los republicanos españoles, antes de albergar soldados alemanes entre 1943 - 1945. 

SITUACIÓN ADMINISTRATIVA

En 1965 la fortaleza es desafectada por el Ejército. En 1967 es declarada Monumento Histórico y vendida en subasta pública. Finalmente en 1972 el municipio de Le Perthus consigue su adquisición para abrirla a la visita pública y a las manifestaciones culturales.