La consideración de bienes culturales aplicada a las obras defensivas construidas por la ingeniería militar en nuestro país es reciente. El famoso decreto dado en 1949 fue un ambiguo primer paso en una dirección claramente medievalista, que no contemplaba de forma concreta las obras abaluartadas ni mucho menos las posteriores. La ley del Patrimonio Histórico Español de 1985 y la posterior ley autonómica de 1993, vinieron a corregir las ambigüedades del decreto de 1949 pero, así y todo, la protección realmente efectiva, aquella que proporciona la sociedad, todavía no se ha materializado.
Consecuencia de la antes referida novedad, pudo ser quizá la dificultad existente en asimilar como bienes culturales a los monumentos militares de Cataluña; cosa esta que sin duda facilitó su uso alternativo mediante actuaciones de naturaleza irreversible. Actuaciones que paradójicamente vinieron animadas por quienes, creyendo de buena fe salvar de la ruina unos testimonios del nuestro pasado, nos legaron en realidad unos monumentos de imposible interpretación integral.
Por ello, hoy la propiedad de los monumentos militares, tanto pública como privada, debe ser sensible a la conveniencia de mantener una actitud prudente ante aquellas actuaciones que pudieran alterar sus características documentales y didácticas, en resumen, su autenticidad. No existe todavía en el imaginario cultural del País, un espacio suficientemente amplio y sólido para sus monumentos militares y no sería honesto privarlos de la protección de una opinión pública correctamente informada.
Hoy, cuando el gasto irreflexivo ha dado lugar a la austeridad forzosa, el proceso ha quedado en suspenso y ello permite un compás de espera. Tal vez así nuestro mensaje pueda alcanzar a un más amplio sector de la ciudadanía, difundiendo, antes que se desvanezca, el valor que como bien cultural ostenta el Patrimonio Monumental Militar de Cataluña. No olvidemos que: “El valor intrínseco como bien cultural de un monumento, se diluye en la medida que la actuación que se lleve a cabo sobre él desvirtúe su naturaleza de testimonio, lo más fiel posible, del objeto para el cual fue construido.”