Cualquier esfuerzo de comprensión de la naturaleza y el origen de los bienes culturales constitutivos del Patrimonio Monumental Militar de Cataluña alcanzaría escaso éxito sin antes conocer el proceso geopolítico Y tecnológico que dio lugar a su aparición. Para facilitar dicho objetivo la Fundación cuenta con publicaciones analógicas propias que desarrollan el tema en extensión y profundidad por ello, en un medio virtual donde la concreción y la celeridad priman, nos limitaremos a desarrollar un breve resumen de la historia de la fortificación moderna y contemporánea.
Mas antes de entrar en materia, desearíamos deshacer la gran confusión que radica sobre el propio nombre genérico con que son conocidas la gran mayoría de obras militares. Si a una obra de fortificación construida entre el siglo XVI y la Segunda Guerra Mundial le aplicamos el término castillo, no estaremos nombrándola ni definiéndola correctamente. No estaremos empleando un sinónimo, una y otro no son lo mismo. Los castillos fueron obras propias de la tecnología de la Edad Media y servían los intereses estratégicos y políticos de la sociedad feudal. Al contrario, las fortificaciones abaluartadas –aquellas que llamamos fortalezas– así como los demás sistemas que las siguieron hasta casi nuestros días, vinieron siendo producto de las tecnologías propias de las edades Moderna y Contemporánea, al tiempo que sirvieron a los intereses políticos y estratégicos de los estados modernos surgidos a partir de finales del siglo XV.
¿De dónde procede esta confusión? Existen diferentes respuestas: El respeto a la tradición propio de la Institución militar, la similitud de utilidades a pesar del cambio tecnológico, el hecho de ocupar en infinidad de ocasiones el emplazamiento de obras medievales, etc. Sea lo que fuere, ha dado forma y origen a la costumbre de extender el uso del término castillo a las obras de fortificación diseñadas específicamente para el uso de artillería moderna y contemporánea.